No es frecuente que sople un viento fuerte del norte en Los Angeles hace frío y el ambiente es desangelado; tampoco es que la ciudad sea muy acogedora, pero es cálida normalmente y tiene esa dulzura del Pacífico cerca de la mar.
Hoy pasear por Sunset Blvd era arriesgado, no había mucha gente en su largura infinita y lo de pasear suena irreal; las largas palmeras dejaban caer ramas de considerable tamaño que se pueden convertir en armas mortales caídas de ese cielo hoy medio cubierto.
Llegué a Little Armenia, una prueba del crisol de venidos de otras naciones que compuso esta primera potencia mundial. No sé porqué siempre me atrajo Armenia, me sonaba exótico, antiguo, con sabiduría y original dentro de la Unión Soviética; como Aznavour nacido en París de supervivientes de un genocidio y ligando mucho, aunque no supiese si cantaba o hablaba. Y ahí sigue.
También siguen los de las Cortes. Pensaba en como los líderes políticos de las Españas iban a resolver el impasse en que nos encontramos, no sacaba ninguna conclusión nueva. Como al leer las crónicas del Madrid de Zizou. Aquí, aunque eso del soccer digan en Europa que ha progresado mucho, pitan otras cosas, como la Superbowl que se aproxima; es un partido largo y lleno de interrupciones con el espectáculo casi garantizado.
Fui a una tienda (son muy grandes) de la cadena 99 cents donde hay hasta comida. No son los sitios donde compra el poderoso. En la cola un hispano parlante que parecía no regir bien intentó colarse; una señora americana le dijo que se pusiera en su sitio que era detrás mía, lo entendió a regañadientes y refunfuñó en español.
La señora me dijo orgullosa que nadie se había atrevido a decírselo; era la verdad. Otras dos señoras, madre e hija, de Salvador, habían salido de trabajar a las 10 am y entraron a medianoche, no se quejaban.
En países como los USA también hay listillos que intentan colarse. Es curioso lo fuerte que es este país con lo que se ve en la calle.
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