De vez en cuando visito estos enormes lugares, despistado, confuso ante los cambios, investigando las ofertas con cuidado y preguntando a la primera persona a mano; hay que hacer un cursillo para entrar con cierto dominio de la situación.
No son amas de casa aceleradas, jubilados empujando carritos niños maleducados gritando, lo que me llama la atención, ni las ofertas de sushi o una cata de embutidos ibericos, lo que me distrae es la sensación de que en cada Carrefour hay una muestra simbólica de la sociedad española, adecuada a la provincia.
Voten a quién voten, allí están casi todos, excepto lo que van a Sánchez Romero o llaman por teléfono/internet y se lo traen a casa, esos son los menos.Y observando veo que son buena gente en general, al igual que el personal en las cajas (para los que no usan otros procedimientos mas sifisticados) es amable, educado y hasta simpático en ocasiones; no se lo que cobran pero se lo curran.
Los clientes van con su cara de velocidad o su pachorra, pero son disciplinados y cumplen con las normas, parece la imagen de un pais civilizado, honesto que sabe lo que quiere.
No es un mal pueblo ni un mal ciudadano el que frecuenta Carrefour y probablemente asi son la mayoría de los españoles. Los politicos supongo que tambien van al Carrefour, Alcampo u otra gran superficie y veran como es la gente, claro que ellos son tan sagaces y agudos que ya lo saben todo y no precisan que se lo recuerden.
Debe ser un espejismo.
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