sábado, 8 de marzo de 2025

Los acontecimientos que guiaron a mi muerte (titulo de una presunta biografìa).

 

Tuve una pesadilla horrible, sin haber cenado nada, sólo sopitas y una tisana. Eso si había visto otra vez The Lady Eve de Preston Sturges, magnifica para el que no la haya visto, gran escritor que pudo dirigir finalmente, muy ponderado por Billy Wilder como el primero. Es de 1941, menudo año, pura clase. A lo mejor cerré los ojos pensando en la protagonista y me salió el tiro por la culata. Por cierto Sturges murió mientras escribía su vida que intentaba titular como esta reseña.

Y soñé ya lo creo que soñé. Otra vez perdido, esta vez en Argentina o puede que en Uruguay que más da, se hablaba con lenguaje de Cervantes. Teníamos que ir de un sitio para otro. Yo no se ni porqué iba solo, más que la una. Me perdía, sabía que me iba a pasar algo, sin comida, abrigo ni destino, llegaba la noche y seguía dando vueltas como Ancelotti con la alineación, incluso pensé que me habían instalado un chip y estaba localizado ¿Quienes... por quién?. Lo de estar perdido en dos sitios concretos, edificios, que conozco bien es recurrente en mis sueños, un clásico. Antes de despertarme sudoroso, apareció a lo lejos alguien....creo era Simeone con su melenaza al viento, acompañado de Petón, Gonzalo Miró, algún sobrino mío y otros, todos riéndose y comiendo.bebiendo mate, excepto Petón que tomaba un Rioja porque es muy español. No me ofrecieron nada, me hacían una manita, incluso mi sobrino. De pronto doña Eulalia Soldevilla, de nuestros tiempos de Ibiza, vestida de Medea, catalana ella, se me acercó y me ofreció un bocata de salchichón con el papel de Cuenllas y dijo en francés : Et voilà !. Mano de santo, vi la luz.

Por la matina temprano, leía el segundo viaje de Pablo, según Riccioti, largo denso peligroso. Iba con Silas, cruzaban el Tauro sin comida ni abrigo entre ladrones bestias salvajes y peligros, no tenían planes concretos, sólo esperaban indicaciones del Espíritu Santo o el Espíritu de Jesús que dice Riccioti. Y no les pasó nada. La verdad es que no es tan grave estar perdido ni soñar horrores. Si miras dentro, a veces muy dentro, ves una lucecita que te guía sin saber a dónde ni cómo. No hace falta alcanzar el nivel de Pablo que es uno de los grandes elegidos a dedo,  porque a veces en la Historia Dios interviene muy directamente, no le queda más remedio. Entre los seres humanos de andar por casa también interviene aunque sea a través de un bocadillo de salchichón, que me gustan mucho por cierto.

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