Hablemos de otros asuntos que no nos confinen mentalmente. Recuerdo cuando vi la primera temporada de Homeland hace casi diez años, como saben el original es una obra judía, luego Hollywood baña con sus toques de audiencia, medios, americanismo, sexo (según la cadena) esa sensación de nos lo creemos o no. Personalmente esa primera temporada me pareció magnífica... si el sargento Brody hubiese accionado su maligno chaleco explosivo en aquel bunker, entonces hubiese dicho: chapeau. Claro está que el éxito, dólares, negocio, obligan a alargar, y alargar, perdiendo ese sabor original, sobre todo cuando inicialmente apuntas tan alto. Lo que siguió es otra cuestión. Ahora con el asunto del coronavirus (incluido el contagio de Mr. Trump), las elecciones entre Pin, contagiado, y Pon, otro chiquillo, a cual más patético, esos acuerdos entre Israel y países del Golfo, los ancestrales roles de Arabia Saudita e Irán, la sensación de calma tensa en aquella zona , no pensamos en qué tramarán unos y otros. En Homeland el malo terrorista que tacha a Bin Laden de cobarde muere pegando tiros en USA es cierto, tiene tiempo de discutir con la agente de la CIA protagonista, de justificarse a medias como suele pasar en la ficción, eso si habla de cientos de años, lucha, fe, objetivos claros, cuestión de estar dispuesto a morir por algo o no porque en ese caso siempre encuentras una justificación. Pienso que siempre hay gente dispuesta a morir por algo, eso es lo peligroso, eso no cambia, con o sin virus.
sábado, 3 de octubre de 2020
Homeland.
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