¿Cuántos buenos profesores recordamos con cariño, con verdadero agradecimiento?. Lo normal al empezar un curso de lo que sea es que quieras que acabe pronto, en el mejor de los casos porque habrás aprendido algo, pasarás a un nivel superior, te queda menos. No es lo corriente tener la sensación de estar aprendiendo cada día, no querer que acabe, disfrutar del momento. No sé si he teniio suerte o no pero son pocos los profesores que recuerdo inclinando la cabeza, y supongo que todos intentaron hacerlo de la mejor manera posible. Siempre me pareció muy complicado contar las mismas historias, repetir lo mismo, el alumno ve la novedad, el profesor la novedad del alumno,además no pagan mucho.
Si no gozas de la fortuna de profesores que te enseñen siempre quedan las obras, libros, escritos de los mejores. Uno de ellos es Cicerón. Es otra época, tecnología, capacidades distintas las de aquellos romanos. Cicerón es sobre todo un abogado, orador, trabajador del pensamiento y la palabra, ciudadano de éxito sin ser noble, gran categoría intelectual, ambicioso porque se sentía capaz. No fue un hombre de acción, fue cónsul pero lo suyo no era la espada. El gran Julio César le valoraba, consultaba, César tenía objetivos claros, fué asesinado, Marco Anonio no perdonó a Cicerón. Si individuos de ese nivel caen es que algo pasa, no hay soluciones mágicas.
Cicerón amaba el concepto de la República lo contrario al dictador que Roma podía utilizar en determinadas circunstancias, el Senado debía controlar, el Senado eran hombres, con virtudes algunos con muchos defectos, mucha condición humana, la vida en aquello días era más corta. Llamar a Sánchez dictador es alabarle porque no es eso, es un oportunista