El hijo el ex-presidente anunció un inminente desenlace, cosa poco frecuente en estas latitudes, y obviamente captó la atención mediática. Significa que hay tiempo para pensar, para preparar su despedida y para decir o escribir reflexionando, y no a vuela pluma.
Ya se observa una frenética actividad en redacciones y medios de comunicación, incluso en esos programas de "entretenimiento" que hablan de la "pandilla del famoseo" se atreven a opinar. Y probablemente lo hacen como se expresa el sujeto común, con muy poca preparación, conocimiento y rigurosidad. En resumen recurren a tópicos, imprecisiones y demagogia y es que hay mucho demagogo del tres al cuarto.
De pronto sale alguien que expone una experiencia vivida, un hecho, una conversación o un testimonio y los demás atrevidos no se callan y siguen a lo suyo porque algo tienen que decir. Pero no solo hay mucho demagogo sino que en general somos amantes de los obituarios. Parecemos incapaces de poner las cosas en su término medio. No se analizan las circunstancias que mencionaba Ortega, analizamos la vida de alguien igual que un partido de fútbol muchos de los que me rodean en Chamartín. Sólo vale el gol, nada el rival, y los demás factores.
Me pregunto si Don Adolfo Suárez fue un hombre honrado, honesto y generoso, que hizo lo mejor que pudo en una España cuyo principal, y fundamental objetivo, era dejar atrás el pasado e incorporarse a los países de Europa con las mismas reglas de juego. Por supuesto no lo hizo solito y seguramente el proceso no fue perfecto y esta inacabado, probablemente.
Es decir que lo que queda es seguir en esa línea adelante, incorporando lo bueno, adquiriendo el ejemplo de las virtudes y añadiendo otro ladrillo al devenir de nuestra existencia como pueblo.
¡ Ah! y agradecer los servicios prestados que somos un tanto ingratos.
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