lunes, 10 de julio de 2017

En Atapuerca buscando a Hamlet.

Una bandera de piratas, que se precie, se compone de un par de tibias y una calavera. Como el hombre tiene un miedo natural a la muerte mucho violentos han tratado de intimidar con esa clase de símbolos.
Una calavera no es algo que queramos plantar delante de nosotros en el desayuno, por muy bien conservada que esté. Su fuerza pasiva, su expresión de cuencas vacías, la sonrisa sin sonrisa o la mirada sin ojos no le restan capacidad de expresión. Existe cierto magnetismo en estos objetos.
En la obra de Shakespeare, creemos que el joven príncipe tiene una calavera en la mano cuando dice aquella frase célebre de "Ser o no ser..."
Sin embargo no es así, la calavera la sujeta en otra escena cuando se lamenta de la muerte de Yorick (?) el bufón de la corte.
Hablar ante los huesos de la cabeza de alguien tiene mucho simbolismo, es desde luego un monólogo porque si hubiese contestación el susto sería morrocotudo ¿ Quién vuelve de la muerte para dar explicaciones?
La imagen de un cráneo humano tiene algo de simpleza, de rotundidad, fuerza, algo de resumen, es el final. Si esta bien conservado incluso puede hablar sin decir palabra; si se les analiza científicamente empiezan a proporcionar datos, aunque en apariencia son todas casi iguales.
Cosa diferente es cuando se descubren cráneos en masa, masacres o cementerios improvisados. Allí se pierde la singularidad.
Ante la muerte hay dudas, lógicas ¿ Qué ocurre después? Hay miedo, miedo a los desconocido; sino no hay más que la nada, el silencio, la obscuridad absoluta ¿ Por qué tenemos miedo? 
La vida, por otro lado, no es camino de rosas para casi nadie, me atrevería a decir que para nadie, y el joven príncipe ante la muerte de su padre se pregunta utilizando la belleza del lenguaje del genial bardo ¿Qué cojones hago yo ahora?

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