martes, 2 de febrero de 2021

Bounty.

Navegar no es sencillo, sobre todo en otros siglos, esto de la covid-19 tampoco, hay muchas, demasiadas incógnitas, porque se desconocen factores o porque se ocultan, el día a día es largo, tedioso, como en la mar, me imagino sólo imagino, los hospitales, sus gentes. El caso es que algo de la situación me recuerda una película que vi de pequeño, blanco y negro, que siempre me gustó, la historia tiene su miga, ha habido otras versiones, la mía es de 1935, grandes actores, no se aprecian los olores, ni la humedad del Pacífico Sur, ni los sabores de esas frutas, nadie se marea viéndola, una vida dura, como cuando vemos las noticias. Bligh el comandante navegó con Cook en el HMS Resolution, fue probado, elegido, se le confiaron hombres y recursos. Una vez en Londres paseando al otro lado de Westminster me tope con la residencia de captain Bligh en Lamberth Rd. Un tipo que sabía navegar sin duda, sobrevivió a más de un juicio, a un viaje en un bote de miles de millas, llegó a a vicealmirante, entre los miembros del consejo de guerra por lo del HMS Bounty se encontraba Cap Nelson, cuatro años más joven, otro estilo. Hay que ponerse en aquellos duros tiempos, circunstancias, cuando veía la película o luego la novela me preguntaba hasta donde se aguanta, cuando hay que decir basta. La película, Oscar de ese año, contiene muchas inexactitudes como casi todas las obras de ese tipo, licencias cinematográficas, seguramente también me dejé seducir. No obstante, a mi el comportamiento de Bligh nunca me gustó, pensaba que las cosas se deben hacer de otra manera, aunque llegó lejos, sabía navegar. Hoy muchos comportamientos tampoco me gustan.

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