Vota, ha votado, poco mas de la mitad del censo en Cataluña, ya conocemos los factores que resaltan los expertos del hablar y hablar, el efecto del ex ministro, la pandemia, el hartazgo, el peligro inmediato o no de otro desafio o DUI, la lluvia, el estado de mes que un club, el partido de baloncesto, al final todos ciertos o no, decisivos o no, intervienen. El caso es que se avanza poco. Las comparaciones se pueden hacer con diciembre 2017, con el 155 de por medio, más o menos miedo que ahora, sin pandemia, los un millón cien mil votos de Cs se han cambiado de bando, partido, acera o no han ido a votar. Dicen los expertos: los independentistas ganan porque aumentan los diputados, la representación, lo dicen los independentistas y ya a partir de ese principio se comienza a elucubrar. Esencialmente no se trata de economía, impuestos, ayudas, ser más o menos liberal, izquierdas o derechas, esto va de otras cosa; los que quieren independentismo no dejan de votar son de calle, ruido, disfraces. El caso es que hay que volver a la supuesta normalidad, vivir, seguir tomando decisiones, con los de la CUP esos si, los mismos votan siempre que luego te cortan algo en algún lugar del cuerpo. Esto del independentismo es un auténtico cáncer, enfermedad todavía por combatir hasta erradicar buceando en el genoma. Entre esa loca tendencia hispánica que lleva a ninguna parte y el cambio climático va a ser difícil reconocernos. Nos aburrimos sin Bill Murray. Lo curioso es como ven el cotarrro los del futuro, los de 18 años que votan por primera vez.
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