Queramos o no, allá por la primera semana de abril del año 30 de nuestra era sucedió todo, algo cambió para siempre. El pueblo judío se consideraba el elegido entre todos los pueblos, esperaban su Mesías, algo prometido por su Dios que había intervenido directamente en su historia, llena de vicisitudes. A través de Abraham, Isaac, Jacob, José, de Moisés, de los profetas, Al parecer comenzó 20 siglos antes en Mesopotamia, luego Canaan, la Tierra Prometida, al oeste del Jordán, muy reclamada por varios hoy. Por ese tiempo se esperaba al Mesías que debía llegar para liberar Israel, devolverle la gloria de Salomón.
Llegó, y. como estaba escrito, no le recibieron muy bien los suyos. Es curioso que esa intervención directa de Dios, muy directa, totalmente personal, no fuese muy bien acogida por los gobernantes, personajes influyentes, fuerzas políticas y religiosas.
Yo sin Airbnb, me hubiese dirigido en busca de Saulo, judío de Tarso, tribu de Benjamín, fariseo, discípulo de Gamaliel por si estuviese por allí. No se sabe con certeza si andaría por la ciudad, probablemente no. Saulo es el gran fichaje posterior.
En aquellos tiempos los romanos dominaban el mundo, yo al fin y al cabo soy hispano, medio gallego/castellano, miro al Mediterráneo y al Atlántico. En Judea se hablaba mucho de DIos, los romanos invasores, de dioses. Y el Dios de los judíos eligió ese momento en la corta historia del género humano. Una vez, una única oportunidad por eso me hubiese gustado estar allí.
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