La gente, a veces, se hace el sordo. Es una técnica también, que nada tiene que ver con el impedimento de no captar los sonidos. Oído que no oye, corazón que no siente.
Cuando atiendes a un debate en la caja horrenda o una tertulia (vaya nombrecito el de tertuliano, que suena a emperador romano mal pronunciado), se te riza el vello. Me quedo con la impresión permanente de perder el tiempo, por ello no lo pierdo demasiado. Los canales de televisión, que presumen de ser independientes, o el público que no lo es, tienen un presentador que tampoco ejerce su independencia. La mayoría, la inmensa mayoría, tienen claras preferencias y no son imparciales. Incluso podría llegar a pensar que están al servicio de algo. No me refiero a las autonómicas, patéticos casos de partidismos a ultranza.
Cuando atiendes a un debate en la caja horrenda o una tertulia (vaya nombrecito el de tertuliano, que suena a emperador romano mal pronunciado), se te riza el vello. Me quedo con la impresión permanente de perder el tiempo, por ello no lo pierdo demasiado. Los canales de televisión, que presumen de ser independientes, o el público que no lo es, tienen un presentador que tampoco ejerce su independencia. La mayoría, la inmensa mayoría, tienen claras preferencias y no son imparciales. Incluso podría llegar a pensar que están al servicio de algo. No me refiero a las autonómicas, patéticos casos de partidismos a ultranza.
Hasta aquí todo cotidiano. A lo mejor es lo normal, lo que ocurre en el hemisferio occidental y democrático. Sin embargo los de aquí son incapaces de reconocer los claros errores del pasado reciente o lejano, como si fuese una tara genética. Las nítidas contradiciones, los aciertos en cualquier época. A través de este método, tan poco constructivo, se defiende lo indefendible.
Gente ("tertulianos ") que debería estar preparada, con acceso a información privilegiada, se aferran a una defensa numantina, porque piensan que el adversario político lo que quiere es, simplemente, ocupar el poder. y antes expulsar al que lo ocupa. Se trata de explotar cualquier aspecto negativo y nunca construir. El moderador, que es partidista también, no consigue poner orden. Los tertulianos se agotan y vuelven para que les sigan pagando.
Es como la básica y típica discusión de fútbol, en cualquier bar, en cualquier parte, el tiempo que dura una caña. Donde al final se apela a los trofeos de uno, a los goles del otro, o a los errores del árbitro.
Es como si fuesemos incapaces de poner las cosas en sus sitio, de sintetizar, de hablar con cierta propiedad o criterio ¿A los tertulianos les pagan las cañas ? ¿Es la calle así? ¿Somos así ?
Espero que la respuesta sea negativa, porque da mucha pereza aguantarse.
Espero que la respuesta sea negativa, porque da mucha pereza aguantarse.
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