Si se lee lo que dice el Papa Francisco, no me extraña que atraiga a la gente. Si se le oye, escuchando su estilo, entonación y toque personal, probablemente resulta todavía más atractivo.
¿Por qué ? Creo que da la sensación de ser una persona auténtica, con sus creencias, respetuoso, comprensivo y de una gran humanidad.
El Romano Pontífice, el obispo de Roma, es el sucesor de Pedro. Y Pedro es aquel al cual un personaje histórico llamado Jesús de Nazareth, eligió para cabeza de su Iglesia. Hay muchos que piensan que ese Jesús era Hijo de Dios, una cuestión de fe a través de los tiempos.
Desde aquella elección han transcurrido casi dos mil años. La Iglesia ha escrito su historia. Una historia donde su componente humano no ha estado en muchas ocasiones a la altura del mensaje y enseñanzas del maestro. Ese maestro, como hombre, despertó y despierta simpatías, admiración y alabanzas.
Tambien tuvo y tiene sus acérrimos enemigos. Los tuvo en su momento y le condenaron a una muerte horrible, sin que nadie comprendiese los motivos porque sólo buscó hacer el bien.
El papa Francisco, probablemente, piensa que muchos en la Iglesia se han olvidado del maestro, de su mensaje, del amor a los pobres y necesitados, de luchar contra la injusticia, de no acomodarse, de proclamar la verdad que nos hace libres.
Lo mismo es que en este mundo tan superficial, hedonista y vacío, su mensaje cala hondo.
¿Quizás por su autenticidad?
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