Israel es criticada en casi todos los ambientes internacionales por su manera de hacer lo que consideran una defensa legítima de sus intereses. Desde luego tienen tradicionalmente a los medios en contra, a mucha opinión pública y las fotos que normalmente salen a la luz son de víctimas palestinas, niños o jóvenes, nunca la de un terrorista o patriota de Hamas, según se mire.
Unos y otros juegan sus armas, con mayor o menor acierto. La tendencia mayoritaria es ponerse al lado del débil.
El pueblo palestino mantiene su crecimiento demográfico como gran arma y presiona y presiona, el mundo en su versión ONU condena las acciones de Israel y sólo los USA apoyan a sus aliados. Desconozco si las cifras son exactas y muere un israelita por cada veinte palestinos, pero desde luego la vida no tiene el mismo valor en un lado u otro. Y quizás esto nos lleve a preguntarnos ¿cual es el verdadero valor de la vida?
Y ¿Cuánto se debe tardar en morir cuando te ejecutan con inyección letal? Ni eso se hace muy bien. Al final lo de la guillotina, tan vilipendiada, tan sangrienta, utilizada en reyes y plebeyos, resulta que era breve y eficaz. La hoja caía pesada en menos de un segundo por gravedad pura y dura y si todo se colocaba adecuadamente el corte resultaba limpio y eficaz.
En un mundo con tantos adelantos y retrocesos no se puede tener a un condenado casi dos horas esperando. Al final todo es una espera, se espera al subir al cadalso o se espera a que te inyecten un veneno en la sangre, se espera escondido en un túnel en Gaza o se espera que un cohete descontrolado te de en tu huerto hebreo mientras intentas sacar algo de una tierra sin agua. No es inteligente esperar una solución, significaría que los humanos han cambiado y ya no son lo que eran.
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