El otro día asisto a una conversación entre españoles, cada vez me recuerdan más y más a esos programas de televisión que no veo, pero intuyo, y no me reconozco al hablar de algo sin haberlo visto. Pido disculpas.
Las regiones o autonomías presentes, es decir los de la conversación, eran Castilla-La Mancha, Galicia y Madrid; el nivel social medio-alto; casas confortables, cash en el banco, viajes, extranjero, veraneos, Semana Santa, los teóricos buenos colegios, universidades privadas, inglés para poder comunicarse e hijos que lo hablan mejor que los padres.
El tema, que no me quedo muy claro, versaba sobre los españoles; no recuerdo si somos el país mejor del mundo o el peor.
Creo que el detonante fue que alguien entre los sopores de la sobremesa anunció que un universitario decía que había visitado Cambridge y le hablaron de la mejor universidad del mundo; pero que él comunicó a sus progenitores que no podría estudiar nunca allí, aunque estudiase en England con aprovechamiento.
Lo decía sin quejarse, con naturalidad.
Todo versaba alrededor del mundo anglosajón, nada de Francia, o Alemania, nada de la vieja y civilizada Europa, nada de Desunión Europea. Comentarios varios sobre el avión de Germanwings y el copiloto, del cual exhiben sus traumas un minuto si y otro también, en espera de procesiones, sol y playa.
Se pasó revista a los yankees, su ignorancia, desconocimiento e incultura, su forma de vivir y se acabó anunciando que en las Españas hay muchas cosas buenas y se está muy bien; que no tenemos que avergonzarnos ni sentirnos inferiores, que tenemos un potencial enorme. Olí mucho politiqueo electoral a favor del PP.
Nadie habló de ideas.