En estas Españas, y en épocas electorales, cuando hay que confeccionar listas de candidatos reina cuanto menos la confusión, el despiste y sobre todo la falta de análisis y claridad.
Y esto no es un buen síntoma ya que luego, los que ganan gobiernan y los que pierden son oposición, patas importantes del sistema.
Y esto no es un buen síntoma ya que luego, los que ganan gobiernan y los que pierden son oposición, patas importantes del sistema.
¿Cómo se elige un candidato?
Sabemos como los elige Francis Underwood en House of Cards, nos escandaliza de hecho una pizca, pero poco más, es tan maquiavélico y rastrero que debe ser cierto.
Se intuye como se eligen aquí. Factores varios y vario pintos entran en juego, sin diferenciar lo fundamental de lo accesorio..
Las encuestas tienen su peso; las implicaciones, posibles o no en casos de corrupción, incluso las imputaciones, procesos pendientes; los favores por servicios prestados; la ausencia de otros candidatos; la imagen, como cae, bien o no tan bien, a la opinión pública y la capacidad de guiar esta opinión, el margen de maniobra; el género; el aspecto, aunque no transmita nada; las amistades y una variedad de razones que poco tienen que ver con las realmente importantes. nadie habla de ello.
No se discute la valía o idoneidad del candidato/a, su inteligencia, capacidad, experiencia, dedicación, situación económica, eficacia o logros, todo con sus circunstancias anexas.
Y estos temas de debate, sobre la elección de candidatos, se refieren al supuesto número uno porque del dos y posteriores nadie se acuerda y al final, si ganan, obtienen su puesto con remuneraciones y pueden convertirse en estrellas del mangoneo.
No es de hoy, llevamos así mucho tiempo.
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