Llueve fuerte en el País Vasco, en Euzkadi, hay elecciones, supongo que no habrá sorpresas, ganará el PNV, que presumen de sensatez, sentido de estado, auto bombo, son más vascos que nadie, luego un mucho de lo mismo, nuestra sistema, votos nacionalistas, minorías interesadas como mayorías, los vascos son muy suyos. Me gustaría tomarme un rape, merluza, besugo, rodaballo, en un asador o un chuletón, kokochas, ventresca, calmares, huevos con morcilla o unos pintxos de sardina con centolla, no sigo, en algún sitio del barrio viejo de cuyo nombre no quiero acordarme. Me he acordado, eso si, de Getaria, ese pueblo cercano a Donosti que era de Casilla en el siglo XVI. De allí era no sólo Elcano, marino de azarosa vida, que comenzó de maestre en una de las naos de Magallanes para acabar al mando de la expedición, alcanzar la gloria de su escudo de armas. El otro grande del pueblo es Cristobal Balenciaga hombre del siglo XX que conquistó Paris, el mundo, cuando falleció dijeron los franceses : el rey ha muerto. Su arte le hizo único en una profesión que los franceses se creen con derecho a acaparar, los mejores piropos vinieron de los grandes, ellas y ellos, que explicaban la singularidad de un genio discreto. Balenciaga era muy español, su inspiración constante se basa en el arte y costumbres de los nuestros, asimiladas a través de los siglos, un hombre moderno hoy en día, inspirado por sus raíces. Que el covid-19 nos coja confesados.
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