Verano, calor, tiempo de gazpacho, acabo de hacer uno, luego no lo tomo, entiendo a mi mamá , el que cocina no come, o come mientras cocina, ahora bien hay que cooperar como la oposición. No voy a opinar como me sale, esto del gazpacho es como la tortilla de patatas, que hay algunas maneras, seguramente todas legítimas, luego está el del super (como dicen) que no es lo mismo, pero es igual. El caso es que me recordaba un poco el carajal de la Desunión Europea y lo del coronavirus, todo junto entre tomates, cebollas, ajo, aceite, vinagre, sal y el secreto. No me creo nada de lo que discuten en Bruxelles, excepto que estén hartos de los del sur, unos más que otros, llevan hartos desde que pisé aquella capital que vive plácidamente de los cambalaches de la política en esa acumulación de funcionarios que todo justifican, necesarios, demasiado pagados, pensando en su dulce retiro, una corrupción consentida, aplaudida, bendecida, justificada. A ver quién es el chato que le pone el cascabel al gato holandés o frugales. La señora Merkel, mi única referencia, que sabe de todo, y de todos y todas, debe tener una opinión muy clara del uso, o abuso, que se quiera dar a los euros que no se devuelven, no le encandilan los que van de vendedores de humo más altos, delgados , que ella, en un inglés de dejarte solo en los corrillos donde se cuece lo fundamental. Habría que preguntarle a la señora sobre cómo manejan esto del covid-19, que no de la receta, que le hacemos un gazpacho, tortilla, jamóncito del bueno, sino se ha hecho vegana. Ha conocido a Rodriguez, Rajoy, Sánchez, si pudiese contarnos.
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