Llegamos a Bilbao, al nuevo campo del Athletic, vacío como todos, en un partido a la hora de comer, mes de Julio. Mi padre me decía que el Madrid no jugaba bien si no tenía un medio vasco, no decía mediocentro. Se remontaba a los tiempos de Zamora, Ciriaco, Quincoces, a su querido Gaspar Rubio, el rey del astrágalo, interior fino, goleador. Los vascos de la época de mi padre controlaban en campos embarrados, todo terreno de a mi Sabino que los arrollo. Siempre decía que en el mundial del 50 en Brasil Panizo jugaba porque Zarra y Gainza lo imponían, hasta que salió Molowny, su ídolo eterno, para empatar con el futuro campeón Uruguay y los periódicos locales se preguntaban el porqué ese canario zurdo que parecía sudamericano no jugaba siempre. Yo no estaba allí, Don Luis Molowny para mi era un mago agradable, que dejaba jugar el talento de los futbolistas. Hoy toca jugar otro fútbol, no equivocarse, no dejar que el rival haga su fútbol. La catedral, nueva, hermosa, de césped esplendido, no tiene el rugido del león. Cuando el Madrid llega a Bilbao es el día más relevante de la temporada siempre, hoy se juegan Europa, mantenerse en buen espíritu para la final de copa del rey que reniegan muchos de ellos, se ven en forma, capaces. Siempre hay que ganar a los de la capital porque nosotros los vascos somos la h...
Pues, no. S. Ramos 0-1, de penalty. A los del Athletic les ha sentado fatal a la mayoría de sus jugadores la derrota, supongo que su entrenador, si es sensato, pondrá orden. Como decía el esclavo negro en Gladiator, esto no se ha acabado, no todavía.
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