La estrella de Belén, la esperanza. Saturno y Júpiter alineados, más cerca que nunca de nuestro dolido planeta, hacía ya 400 años que no ocurría, nos preocupa, interesa porque son cosas de la Tierra, el único elemento del Sistema Solar donde hay vida, humana, como la entendemos, nos creemos el centro del Universo. Siempre me gustó mirar al cielo, ver las estrellas, me dieron la oportunidad de profundizar más, en un buque sin ser especialista/experto en Hidrografía, gracias a un amigo, fue un gran honor, entonces me sabía mejor la situación de esos puntos que embelesan. En la isla de Naxos, en verano, el cielo te engatusa entre la escasez de luces en el pueblo, la pureza del aire en las Ciclades. Maravilla pensar en esas grandes mentes que a lo largo de la llamada historia de la Humanidad miraban y miraban en busca de una explicación los mismos puntos brillantes, Aristóteles miró lo mismo que yo. Intentaban ver la razón, justificación, de ciertos fenómenos, hechos que ocurrían a los humanos , maravillas, nada que ver con el gobierno de progreso ni la dupla Illa/Simón, que son personajes de categoría en los cuales confían ciegamente sus familiares y los españoles. A veces no había explicaciones razonables como las del gobierno de progreso o la dupla y le echaban la culpa a los astros. Esos fenómenos estaban controlados por un ser superior como la estrella de Belén que pudiese ser una conjunción de astros. Siempre pensé que si Dios existe, lo puede todo, puede colocar un astro nuevo o forzar a estrellas en sus movimientos, eso es lo que se llama ser omnipotente. Claro que aquí nos empeñemos en dar explicaciones de Dios con nuestra mentalidad, limitaciones, conocimientos, burdas intenciones. Necesitamos que nos eche una mano, nos ayude a entender sin comprender, un pequeño símbolo basta, cuando estamos desesperados: Elohi, Elohi, lema' šĕbaqtani.
martes, 22 de diciembre de 2020
La conjunción de los astros
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