Es bueno que al menos una vez al año llegue la Navidad y una lástima que su espíritu no perdure todo el año.
Es una fiesta cristiana, por lo tanto no todas las persona compartirán este sentimiento y es que en el planeta llamado Tierra hay muchas otras religiones y creencias, incluso hay quien no cree en nada que no pueda ver y tocar y otros que tocando no creen; hay gustos para todo.
De todas formas la historia inicial de una pareja de gente de pocos recursos, una mujer muy joven y un hombre atento y preocupado, sin perder la calma, llega al corazón de los que sienten por los demás.
En esos tiempos de hace más de dos mil años no existían problemas de cambio climático. En el mundo que los europeos llamamos conocido que llegaba hasta el Indo, las legiones romanas eran las únicas capaces de imponer algún cambio.
No se porque ese Niño nació en la época de Augusto, en pleno esplendor de Roma, supongo que porqué así lo dijo el profeta o quizás porque su reino no es de este mundo y poco influye quién mande.
Tampoco existía el problema de la sostenibilidad, ecologísmo preocupado por nuestra supervivencia o la de nuestros descendientes; el planeta Tierra era muy grande, había sitio para todos y se tardaba mucho en ir de un lado para otro.
Los hebreos rigurosos o los que hacían lo que simplemente pensaban que debía hacerse no tenían problemas en conseguir comida kosher, pescado principalmente, y vivir en un mundo sostenible. Hoy también es difícil, o resulta un problema, combinar los preceptos de una religión con la obligación de no creernos que una generación es la única que va a pisar la Tierra.
¡Qué bien nos vendría un poco de perspectiva, o imaginación, para distinguir lo principal de lo accesorio!
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