Han sido días de tensión, preocupación y oraciones, aunque había esperanza. Me encantaría equivocarme, haber entendido mal y que el San Juan, el submarino convencional, un nombre bonito, saliese a superficie.
Después de jornadas de angustia, grandes esfuerzos en su búsqueda, llegó la triste noticia oficial sobre el destino del ARA San Juan. Te quedas en silencio, intentas que tu mente en blanco rece, por su dotación y por sus familias, impotente.
En dos dimensiones diferentes unos se encuentran aquí en esta Tierra, donde seguimos, y otros, dependiendo de nuestras creencias, ya no se preocupan como los de aquí. Viene lo duro para sus familiares y amigos, los directos son los que más sufren; los padres por seguir vivos y perder a sus hijos; los hijos pequeños o no tanto, por no poder hablar con sus padres cara a cara; esposas, maridos, novias, amigos y esos compañeros que podrían haber ido a bordo. Sobre todos esas niñas o pequeños que no correrán a por su padre viendo atracar al buque para llevarlo a casa.
Es triste, es muy duro.
Los submarinistas, muy parecidos en todas las nacionalidades, son gente muy profesional, muy baqueteada, que en la rutina manejan con precisión la unidad puesta en sus manos. Profesionales, bien adiestrados, han hecho cientos de veces las mismas acciones, las check lists de inmersión o superficie, el quedarse en silencio a una determinada profundidad escuchando, la peligrosa fase de salir a superficie en medio del tráfico, el trimado, la posibilidad de ir al fondo descontrolado por los timonel, o el desequilibrio, la cota de colapso, el lanzamiento de torpedos, el ruido y la paz del silencio. Su vida a bordo es dura, ellos lo saben, no se quejan ni hablan, solo cuando les preguntan y no le dan mucha importancia. Y todo esto en tiempo de paz, porque si es en combate contra los de la superficie, los aviones ( y sus medios) u otros sumergibles, la cosa se complica. Siempre recomiendo Das Boat, como una de las mejores películas de guerra o para hacerte pensar en la guerra, muy dura, muy real.
Y es que la mar es muy bella y merecen mucho respeto sus gentes.
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