viernes, 10 de noviembre de 2017

¡La Belle Époque! o ¿A destajo en el Tribunal Supremo?

El 9 de noviembre es la fiesta de La Almudena en Madrid. En el Tribunal Supremo había curro. Llegaban la señora Forcadell y los miembros de la mesa del Parlament con diferentes panoramas ante ellos. Mucha expectación. 
Me decidí por ir a una exposición muy cerca y luego al Café Gijón, donde al final entraron algunos de esos con lazos amarillos. Un poco de cultura es lo mejor para combatir la necedad y la paletada que nos visita.
No conocía mucho de Ignacio Zuloaga,pero es un magnífico artista, sólido, contundente. Pienso que su apoyo a las acciones de Franco a partir de julio 1936 no le granjearon muchas amistades y quizás no es valorado en su justa medida.
Es la ventaja que tiene asistir a una exposición, que aprendes: aunque la sala esté abarrotada, sobre todo en el primer piso, no haya visita guiada ese día y mucha gente pretenda leer la pequeña reseña de los cuadros. 
Lo malo de los museos es el almacenamiento, la aglomeración. Siempre recuerdo con cariño mis visitas a El Prado con un amiguete del colegio y como nos dedicábamos a un sólo pintor y muchas tardes a un sólo cuadro. Normalmente de Velázquez.
Zuloaga, vasco él, acabó casado y viviendo, alternando bien, en Paris. Allí conoció a muchos de los grandes artistas contemporáneos suyos. Le criticaron por ganar premios donde la acusación fue de no presumir de español ¡Qué tiempos exagerados aquellos!
Luego su vida certificó su sentimiento, Pedraza, Zumaya y sobre todo sus cuadros. Su afición por Velázquez, El Greco,  Goya, Zurbarán, Ribera, la búsqueda de su espíritu y la colección de obras de algunos de estos pintores que atesoró, certifican su buen gusto. No es Soralla es ...distinto y lo bueno es que ambos eran españoles.

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