sábado, 6 de febrero de 2016

En tierra de Oscars.

Hoy es la gala de los Goya no voy a verla la verdad, fundamentalmente porque me aburren, mucho mas que los Oscars lo comfieso; los premios de la Academia de Hollywood se hacen largos, cierto, pero son los originales, todo cristiano (no Ronaldo) los critica y luego los copian mal.
De vez en cuando el talento sale a escena y te sorprenden con algo genial, con buen gusto.
En Hollywood cualquiera opina sobre  los Oscars de la temporada de 2015 ; me llama la atencion que se valore tanto hacer de gay ( aunque lo seas), de etnia minoritaria, travesti, transformista o heroe sin brazos ni piernas, que encarnes a un personaje de redito politico o a la tendencies de moda, cuando actuar es simplemente actuar.
Si Daniel Day Lewis hiciese mas peliculas y en una de ellas fuese un homosexual de color en silla de ruedas le darian très Oscars.
Entiendo que se busque con tanto ahinco porque vivimos en un mundo absurdo y hedonista; entiendo que la cotizacion sube como un cohete pero me quedo con aquellos que no actuan por hacerse con la estatuilla o que la guardan, como alguno, en el aseo de invitados; me gustan esos britanicos que han estado en guerras de verdad y de las paredes de sus retretes cuelgan fotos, metopas o caricaturas.
Considero la vanidad como algo absurdo, poco inteligente, patetico e inutil.
No se como reactionaria si fuese uno de los cinco nominados y mi nombre no se leyese tras abrir el sobre custodiado por Price Waterhouse.

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