Otro año nuevo chino, diferente momento, y símbolos diferentes. Todo el mundo intenta complacer a China y ver si se pueden hacer negocios; los productos más exclusivos viajan para Oriente, el vino Cheval Blanc de Saint-Emilion, Bordeaux, depende de la demanda China para fijar su precio. No son como los ricos países petroleros que aparentemente no prueban esos manjares ¿ Sabrán apreciarlo los chinos? También suelen ir a Vegas a jugar, u otras hierbas, los chinos son muy juguetones, si se cansan de Hong Kong.
China está muy lejos, siempre ha estado muy lejos. Pertenece a otro continente, otra cultura y es otro de esos mundos distintos e inmensos que hay en el planeta tierra.
La globalización nos ha acercado un poquito y sobre todo el ansia de mercado, que es la llamada del dinero en efectivo, porque allí hay dinero para gastar. Cuando en los 70, en la época del defenestrado Mr. Nixon y el doctor Kissinger, los US viajaron y se abrieron a China, sabían lo que hacían y no lo hacían solamente por fastidiar a la Unión Soviética, que también.
Su fuerza reside en los más de 1300 millones de habitantes y la extensión que abarca. Sólo la India es capaz de cobijar a tanta gente y presumo que en el futuro tendrán a más. China es un país viejo, o muy antiguo, es cuna de una civilización ancestral. Un país joven porque se acomoda a la globalización y al mismo tiempo una nación comunista, que ya es algo obsoleto a nivel mundial. ¿ Cómo resisten? ¿ Por qué funcionan?
Siempre he pensado que es su mentalidad, su paciencia, su forma de contemplar la vida, sus valores y una cosa importante , no mezclarse. Es curioso pero en la mezcla comienza la decadencia, y al mismo tiempo mezclarse es enriquecerse de otros valores, razas y culturas, porque nadie tiene el monopolio de la verdad o la perfección.
Y aquellos que nos mezclamos, en pasado o presente, perdemos fuerza y al mismo tiempo nos hacemos más fuertes, como si la vida fuese una continua paradoja con la cara de un payaso que no sonríe.
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