La figura de Cristóbal Colón uno de los nombres más conocidos a nivel mundial siempre ha sido controvertida, como los toros para muchos en España. La diferencia es que pocos españoles saben quien es Fandiño y el que más y el que menos algo ha oído del descubridor. Además puede que un americano enamorado de explorar bajo el mar haya encontrado los restos de la Santa María.
Sin entrar en detalles, sobre la personalidad de Colón o en el debate sobre la muerte de un toro noble y con casta en las Ventas del Espíritu Santo, me llama la atención el paralelismo de ambos actos.
En el paso decisivo de Colón, en su decisión de hacerse a la mar, tras conseguir los apoyos mínimos necesarios de la Corona de España, había muchos riesgos. Mucha aventura compartida con los Pinzones y el resto de la marinería, muchos sueños de gloria y grandeza, y el afán por hacer de su vida algo que valiese la pena y dar un golpe de timón al rumbo de su tranquila existencia.
Fandiño ha tomado una decisión más corta, aunque enormemente decisiva. Ha soltado la muleta a la hora de intentar matar a un toro de Parladé y Paco Goya, donde esté, ha recordado viejos tiempos en su memoria de artista-pintor de la tauromaquia.
Ambos Colón y Fandiño buscaban esa gloria, esa satisfacción terrenal de hacer algo extraordinario y poner a cambio su propia vida, la única disponible, en el verde tapete. Todo o nada. A veces sale cara.
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