No he visto el Festival de Eurovision, pero no puedo ignorar el resultado.
Al parecer lo han visto 170 millones de personas, un tercio de los habitantes de la Unión Europea, bueno como lo han visto en otros muchos países no se cuantos están interesados y son ciudadanos de la Unión. Hay mucho ruso en Rusia.
Tampoco puedo opinar sobre la canción ganadora, ni sobre la española, ni sobre la justicia del triunfo. Se que Portugal no nos ha votado como en aquellos viejísimos tiempos, cuando se concedían los votos por afinidades políticas y también se convertía en el concurso de Juan Palomo, "yo me lo guiso, yo me lo como". Los del Norte, los del Sur, los civilizados, los vagos, los grandes demócratas, las dictaduras.
En realidad no se porqué escribo sobre esto. Bueno, algo si lo se.
La ganadora es una chica de bonita cintura que lleva barba y nació chica. Pertenece a un país donde me llamaron la atención por dar un beso a una chica en uno de sus lujosos cafés del centro. Si no paraba, nos echaban.
Aquel incidente es peccata minuta comparado con la vida que habrá sufrido el ganador en su lucha constante entre su naturaleza y la "probablemente gran comprensión" de sus ciudadanos.
Quizás por ello valga la pena la difusión de Eurovision aunque no tenga nada que ver con tener una voz o escribir un bonito tema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario