sábado, 10 de enero de 2015

Tiempos de confusión, qu'est-ce qu'on a fait au bon Dieu?

Ayer en medio de las noticias sobre la muerte de los terroristas, que acapararon el protagonismo de estos dos días en Paris, en Francia, Europa y en menor intensidad en el resto del planeta, vi la película Qu'est-ce qu'on a fait au bon Dieu? 
Gran éxito de público, francesa, simpática, entretenida, de su vida allí, lo cotidiano; de un "Gaulliste", católico, con cuatro hijas que se casan con un musulmán, un judío, un chino y la última, la pequeña, la más guapa, con un católico, pero negro, de Costa de Marfil.
Vivimos tiempos de confusión, como los padres de las hijas en la película, incapaces de responder a preguntas, de encontrar soluciones aunque los líderes de la Desunión Europea vayan a París, a la marcha republicana, porque nadie se atreve a no ir.
¿Quién es el enemigo? ¿Cual es la amenaza? ¿Dónde está? ¿Cómo combatirla con eficacia?
En la poco solidaria Desunión Europea no todos tienen los mismos problemas y a la hora de encontrar soluciones, este es un detalle relevante.
Somos hasta hipócritas en los planteamientos, con miedos, muchos miedos; por cierto lo único que no tenían los de Charlie Hebdo ni los terroristas asesinos. 
No es una guerra de religiones ni culturas, pero mientras haya muchos que de una u otra manera sean partidarios de una república islámica y le den a la religión la consideración de movimiento político existirá el problema; las buenas noticias residen en la propia interpretación de los musulmanes de sus posiciones y su gran división interna, que viene ya del siglo VII, de su origen, que es por cierto un origen político.
¿Cómo se lucha contra una idea religiosa que es política por naturaleza?
La Desunión es débil en  si misma porque no fortalece los lazos que nos unen, es egoísta e intrascendente, mira a la esencia del ser humano con una aproximación superficial y llena de palabrería como los tertulianos que nos acechan en los medios de incomunicación.
No se pueden mezclar las cosas del Bon Dieu y las de los hombres, ni el aceite con el agua.

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