Un país, un cuento.

Las cosas no cambian en poco tiempo, es más estamos en un nuevo año y parece que todo sigue igual, digo parece porque la distancia entre la realidad y lo que percibo se me antoja caprichosa. 

Gracias a una grabación pude ver a posteiori el programa del humorista José Mota, "Un país de cuento", que a través de sus imitaciones, su deseo oculto de participar en alguna película de Hollywood pero en versión española, su afición por el musical y la canción y su percepción de los políticos le ayudo a intentar hacer sonreír al público a su manera.

Los políticos, muchos no tienen ni de donde sacarles algún lado cómico, son tan insulsos, monótonos, sin personalidad, aburridos, que es casi imposible hacerles una buena imitación. Y el humorista intenta sacar partido a aquellos que transmiten algo, del género que sea. En la cuneta se quedan otros que han desaparecido de la escena, que eran un filón, pero que descansan en el armario del olvido. El autor debe concentrarse en la actualidad.

Como siempre desconozco la percepción desde fuera, menos de los extranjeros, y compruebo que en general ha agradado su trabajo, a unos más que a otros.

La idea de un abuelo real (y verdadero), que hace lo que puede, intentando tranquilizar a su real nieta después de una pesadilla, contándole la historia muy reciente de España, es el hilo conductor utilizado. No lleva a ninguna parte; el pretexto consigue que se analice la corrupción, las acciones independentistas en Cataluña, el paro, la escasez de oportunidades para los más jóvenes, la abdicación, los éxitos de taquilla del cine español, el voto y las hamburguesas, las entrevistas de famosos a otros famosos, los futbolistas y otros cameos.

Quizás le falte un final. 
El abuelo podría haber salido de cazador y cargarse a Maléfica, confundida con un elefante, que a su vez se podría transmutar en la princesa Corinna, que puestos a dar sustos también los da, sin olvidar la comisión estipulada. 
" Un país y sus pesadillas". Aquí nadie regala nada.