Siempre me sorprendo cuando de pronto llega lo más parecido a un invierno de verdad. Y lo hago porque no dejan de recordártelo. Estamos tan acostumbrados al buen tiempo que acabamos quejándonos y es que somos una población de lamentos. De sonidos y nada de soluciones.
Parece como si en el resto del Hemisferio Norte no hiciese frío en esta época del año ¿Qué sabemos lo que es frío?
Es muy hermosa la nieve, sobre todo en Navidad, se puede esquiar, y puede ser peligrosa, causa problemas, sobre todo para la gente que duerme en la calle, los que no pueden calentarse.
¡ Hay una borrasca! Estamos en invierno y hay pueblos, montañas, ciudades, cubiertas de blanco y cuando llegue la primavera y luego el verano hará calor, más o menos. Y también nos quejaremos.
Si nieva, en efecto.
¡ Frío polar! Mucho frío, ola de frío, y hay que taparse, guarecerse, comerse una sopita caliente y lo importante es que niños y ancianos se tapen y todo el mundo tengo algo que comer, al menos templado.
En la forma de decir los presentadores que nieva hay un reflejo de nuestro carácter, de lo que consideramos importante, de la necesidad de contar lo obvio, pero no solucionar casi nada; de repetir una y otra vez lo mismo y los mismos errores; de enfrentarnos a la realidad sin resolver, de justificar sin razones.
Así somos los hispanos, muy preocupados, asombrados, sorprendidos, maravillados por la nieva. Parecemos unos catetos de los informativos, atemorizados, hablando del tiempo, del sol español y ahora de la nieve, de los fenómenos de invierno porque hace frío. En England se habla del tiempo por educación y si no hay nada de que hablar, es un recurso igual que cuando te preguntan: How are you? Pero no esperan que les cuentes tu vida.
Al español le preguntas ¿Qué tal? y te empieza a explicar sus dolores, enfermedades o problemas sexuales, ahora.
¿Cómo conquistamos el mundo? No quejándonos, desde luego.
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