No se como ni cuando aprendí que a la muerte hay que enfrentarse sonriendo.
Esta posición vital tampoco se bien como ayuda a afrontar los incidentes de cada día, las noticias de todos los medios y dispositivos electrónicos ni tampoco como lleva a enfrentarse a la muerte, si que creo que es mejor ser optimista, ¡ qué cojones !
No me refiero a lo que apruebe hoy el Parlamento en Cataluña, a lo que inspira Mr. Trump, al parloteo nuclear de Corea del Norte, a las incoherencias de esos llamados representantes políticos, a las escasas muestras de sentido común o a esa simple vorágine que no sabes bien a donde lleva, Hablo de lo que pasa por nuestras cabezas a diario, al latir de nuestros corazones.
El mes de septiembre, de exámenes en el pasado, de casi vuelta al cole, regreso al curre en las Españas, significa vuelta a la realidad porque las llamadas vacaciones son un poco ficticias o un mucho.
Ayer visité una exposición de pintura, regular de calidad, ni estuve mucho ni me entusiasmo la obra.
Y claro hablas con gente.
Gente escogida, afortunados de la sociedad, privilegiados en teoría, eso que llaman nivel medio alto. Supongo que alrededor de los cincuenta, licenciados, doctores, y deseando jubilarse. Solamente imponían una condición : tener el mismo poder adquisitivo que ahora que trabajan.
Nada nuevo
¿Para qué ? me preguntaba en mi interior. Para hacer cosas fue la respuesta, viajar, volver a las vacaciones. El día tiene 24 horas, durmiendo debemos pasar un tercio, trabajando (?) no se cuanto, haciendo cosas (?) otro tanto y ¿disfrutando con nosotros mismos ?
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