El día amanece nublado, brisa fresca. Pase por la puerta de Herodes que es lateral para evitar al enemigo. Subimos cerca de Betania, con muro de separación al santuario del pollino, con sus establos, que acerca al Maestro en su entrada a Jerusalem. Luego al lugar de la Ascensión, que es una mezquita sin culto y los musulmanes cobran. El Maestro disfrutaba en Betania y huía de la ciudad sagrada, lo confirmo. Bajamos en el Monte de los Olivos hasta el huerto de Gesethmani, molino de piedra; hay unos olivos milenarios retoños de aquellos que talaron los romanos y una bella basílica donde el Maestro sudo sangre y se preocupó por el siervo del Sumo Sacerdote. La vista de Jerusalem es hermosa, la muralla de Suleiman, las dos mezquitas, los puntos notables de la tragedia. El primer jueves Santo fue un día/noche/ madrugada al viernes de gran intensidad, con desplazamientos de un lado a otro. Visitamos la gruta del Padre Nuestro que los franceses no cuidaron bien. Los intereses de las naciones han pesado mucho en el mantenimiento de los Santos Lugares. La tumba de la Virgen tiene esa sensación de lugar especial.
Hubo Vía Crucis por la vía Dolorosa entre ruidos, vendedores, otras religiones, comercios, coches o motos y rezos propios. La piscina de Betesda se exhibe cerca del lugar de la flagelación. Todos los rincones están llenos de nombres está gran historia que los edificios no queden ocultar. Allí sucedió, aunque no sea exactamente el lugar. El Santo Sepulcro es la expresión de una mezcla grande de fe, distintos credos, divisiones en dos milenios de guerras, destrucciones, nuevas construcciones y disputas por un pedazo de aquello. El pueblo quiere creer y tienes un minuto para arrodillarte ante la piedra del sepulcro, la del Gólgota o ver la grieta que provoco el terremoto tras Su muerte. El Gólgota estaba fuera de la muralla entonces, una cantera albergaba tumbas en la roca de gente pudiente. Han sido doce horas intensas, con turistas de todas partes, buscando cada uno sur puta. Aquí pasó algo, sin duda.
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