Vivimos en el mundo de los indicios, rodeados de indicadores, dicen que hay que saber leer e interpretar.
Desde las encuestas sobre los partidos políticos y sus llamados líderes, hasta los análisis de sangre u orina, donde todo el mundo sabe como evaluar los indicadores. El de los líderes, de 0 a 10 evaluados, muestra que nunca pasan del aprobado y los "apreciados" se quedan en un 3 o un 4, sin embargo ahi siguen, incombustibles. Algunos como Puigdemont esperando a las elecciones europeas, para conseguir un sueldo de parlamentario, y vivir de ese estado contra el cual disputa, manteniendose al margen de la ley.
El tiempo de la información, o desinformación, a manta nos rodea.
Ese lugar de Wall street llamado Stock Exchange, con su campanita, ha tenido una bajada espectacular. algo pasará. Una bajada, un desplome, otro record, como los de Messi. ¿Relevo en la Reserva Federal, los incentivos, el precio del dinero, el control y las consecuencias?. No se como sucede, pero siempre sufren los mismo, los que menos tienen, los que han visto una acción de Bolsa en las películas de Wall St, aunque en la de Scorsese yo sólo tuviese ojos para ella.
En Londres se acostumbraron a convivir con la niebla que producía entre otros factores el uso de carbón para calentar la casa de Mary Poppins y fomentar el oficio de deshollinador. Supongo que los ingleses se habituaron a vivir con esa niebla espesa, propicia para que Jack The Ripper huyese tras cometer sus crímenes. Así nos hemos acostumbrado a malvivir. Hablar del tiempo, una vez soportada la nevada peninsular, no tiene continuidad. Pasamos página y nos concentramos en las fluctuaciones del mercado que al final pasarán su factura y algunos se beneficiarán.
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