Southampton, puerto, histórico, lleno ahora de emigarntes, en medio del Brexit, en el sur de Inglaterra.
Debo reconocer que me gusta Inglaterra, aunque se van viniendo a menos, se resisten.
Estrenaban Downtown Abbey, la película, yo no estaba allí por eso, yo me iba a embarcar hoy, que es para lo que se viene a este lugar. Sin embargo he ido al cine, tras un largo día. La sala nueva, estupenda, sonido y sillones de lujo para todas las posturas, incluso la horizontal. Me vigilaban de reojo para confirmar que roncaría. No sucedió.
No soy forofo, ni fanático de esta serie. no digo que este mal, pero es reiterativa, como muchas, en su estilo. Reconozco, fotografía, música, guión, labor de actores, sobre todos, Maggie Smith, ahí me quedo. Me importa un pepino la casa, la vajilla o los vestidos de las señoras. Me caen mejor los de Downstairs que los de Upstairs, en este caso todo unidos por el rey. No puede ser otra cosa que escenas para nostálgicos de 1927 y la parafernalia que se seguía con los monarcas, miembros de la Casa Real, entourage, chupópteros y aprovechados. El pueblo, o gran parte de él, estaban orgullosos, felices, disfrutando de sus altezas, y lo más llamativo, dispuestos a dar la vida por la causa. Fueron muchos siglos, mucha gloria, muchas libras ganadas, muchas batallas peleadas. Ahora la mezcla de razas, nacionalidades, orígenes, se ve en las calles junto a los turistas. England es atractiva, el idioma sirve en muchos lugares, la Premier domina.
Fui a tomar una pint a The Wellington, un clásico, todo sigue igual, al lado vivía el ingeniero número 5 del RMS Titanic, murió en el naufragio. Amen
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