Quizá
no tenga mucho que ver la música de un cuarteto de cuerda con la decadencia del
Imperio Británico, sin embargo yo las asocio. Las composiciones para cuerda me
gustan, me introducen en un mundo pasado, que tuvo sus lueces y sombras como el
nuestro y que me recuerdan a la orquesta del RMS Titanic, la noche de la tragedia.
Se vieron en una situación peliaguda, su obligación tocar, su instinto salvarse,
el líder se da cuenta, decide excusarles de sus obligaciones, ya nadie escucha,
se despide de ellos. Mientras los oficiales intentando controlar la
incontrolada situación. El gesto, de ser cierta, de la orquesta es hermoso, te
enfrenta a la muerte física con determinación, entereza, hasta grandeza de ánimo,
un cierto sentido del humor. La muerte, si te ve sonrindo, se queda muy
frustada.
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