Hay una palabra en inglés que es homeless, palabra dura, cuyo significado tiene consecuencias imprevisibles.
En California hay mucho homeless o se ve mucho, en Los Angeles pueden acampar cercanos a un sitio de moda por un tiempo variable, depende de varios factores. El cine de Hollywood los ha utilizado, como no. No es un monopolio de los USA, lo que ocurre es que la denominación sajona no dice todo. Los sin hogar, si fuese sólo eso, es una de las consecuencias del hecho, es cierto, no tienen a donde ir. Parece mentira que en el cruce de La Brea y Sunset Boulevard, en pleno Hollywood, a treinta yardas yardas de los estudios que fundó el mismísimo Charlie Chaplin veas a la policía hablando con alguno poniendo orden por una trifulca, pero ahí siguen. Charlie en otros estudios más al este, comenzó con su vagabundo que también era homeless. Tuvo tanto éxito, reflejaba con tal humor, tristeza, estilo inigualable el ser humano, su condición, que se convirtió en icóno, leyenda, de verdad. En England hay muchos, mueren muchos, en duras condiciones, Charlie venía de allí, emigró por mejorar. Aquel vagabundo no tenía un duro, ni ropa limpia, ni hogar, ni trabajo, ni seguridad social, ni futuro, sólo tenía tiempo, su cara lo decía todo. A veces se apiadaban de él, del niño que le acompañaba o de un animal espabilado. El clima ayuda a sobrevivir, vivir en invierno, pero la única ayuda cierta vendrá de los otros seres humanos, los que pasamos a su lado sin inmutarnos.
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