Ya han sido las elecciones, ha habido sentencia sobre el intento de independencia, seguimos vivos, en la calle todo igual.
Los resultados, no se si alguien esperaba alguna otra cosa, son parecidos, grandes dificultades para gobernar, para conseguir la deseada estabilidad, no digamos para progresar. Afrontar la recesión debería ser el primer reto. Quizá alguno pensase que se iba a respaldar al presidente en funciones por no se cuales extrañas virtudes indetectables.
El PSOE ha perdido unos pocos escaños, el PP ha gando más. Cs desaparece del mapa, los de UP, o las, pueden apoyar al PSOE, pero menos. VOX, ha ganado muchos escaños.
Un acuerdo no es imposble, ahora bien hay que pactar además de con UP y lo que reste de Cs, con independentistas. ERC, CUP, los de Puigdemont o Bildu, o con nacionalistas, PNV, que aspiran a lo mismo, por supuesto con esa panoplia de partidos locales que cuentan con un escaño. Variedad hay, desde luego, gobernabilidad no tanto. Mezclados esos posibles pactos con los acuerdos en gobiernos regionales, grandes ayuntamientos, u otras componendas, se descubren los plumeros. Hay que mojarse, desnudarse en público, dejar de hacer demagogia. Quizá alguno piense que se puede pactar con señores en la cárcel o perseguidos por la justicia que prometen repetir comportamientos hasta conseguir, qué es política. Desde 1975 se ha gobernado con mayoría, PP o PSOE, o pactando con la corrupción institucional de Pujol y herederos, hasta 2015 que decidieron mostrar la verdadera cara con el consentimiento de Zapatero anterior. La palabra lealtad al Estado no es atendida. No tiene buena pinta.
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