En el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, se han metido en elecciones, ya saben Brexit, desacuerdos. Al estar en periodo de decir de todo, por muy británico que uno sea, hay que tomárselo relativamente en serio. Mientras los de Netflix exhiben la tercera temporada de The Crown, muy bien hecha, con nivel más alto que las anteriores, se ve que hay libras esterlinas tras el éxito previo. Al igual que la campaña electoral no puedo decir cual es el grado de fiabilidad. Nos vamos a quedar allá por 1977. La reina Elizabeth, protagonista, casi siempre queda muy bien. En esta temporada, sobre el papel de los machos, el Príncipe Felipe, el de Gales, el rey Eduardo VIII, Lord Snowdon, Lord Mountbatten, me da la sensación que los autores ponen el lado favorable, los aspectos que despiertan simpatía, dentro de sus caracteres, personalidades, debilidades. La princesa Margarita sale peor parada, la reina Madre a sus gin and tonic, la princesa Ana demuestra personalidad. En fin no es sencillo saber a qué atenerse,s er un Windsor. En el mundo real el príncipe Andrés se retira de sus labores, que simultaneaba con sus negocios, forzado por su madre, porque un votante pregunta a los candidatos ¿para qué sirve la monarquía?
La reina Elizabeth ha tenido que lidiar con toros de peso, tuvo fortuna a veces y situaciones de complicacionesi necesarias, normalmente debido al entourage, bate todos los records que le salen al paso, Charles, su hijo primogénito ya ha batido alguno, puede batir otros.
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