En una pesadilla cuatro individuos en cabalgaduras avanzaban hacía mi cual rinos en un film de Hawks. Me veía perdido, salió a relucir mi antepasado almogávar, me dispuse a morir como un legionario o un samurai sin seppuku. Pensé que al final encontraría la ansiad redención de aquellos de mi estirpe. Sin embargo pasaron de mi literalmente, no me hicieron el menor caso como si mi presencia fuese un testimonio inútil. Atónito empecé a identificar a los cuatro jinetes de mi apocalipsis. No daba crédito. Uno era Puigedemont, en cabeza, altivo, desafiante., como es él. El segundo Jordi Pujol, rejuvenecido o eternamente joven como si hubiese reemplazado al maestro Yoda, se reía, disfrutaba como un enano. El tercero Rodríguez Zapatero con un traje verde, sombrero tipo Robin Hood con plumita incluida. El cuarto era Jaume Roures que hablaba en esperanto o eso me parecía. Detrás a la carrera en un pollino colorado gritaba Pedro Sánchez que no dimitía. La cabalgata fin de semana proseguía con otros protagonistas, pero los cuatro seguían una flecha que indicaba : "En tu casa o en la mía". De pronto surgió sonriente Bertin Osborne, profundo, con unos mariachis de Socuellamos y cantó el Rey con su peculiar estilo. Todos se reían y se fueron a cenar, cocinaba Arguiñano. Antes de desmayarme sentí la mirada, los ojos intimidatorios de la criada era doña Lali Soldevilla, oí su voz me decía que ninguna mula era torda y no me había dado cuenta. Amen
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