A mi gustan los toros, a otros les gusta Taylor, que me voy a quedar con saber si vale la pena, Taylor es el nombre, el papel de C. Heston en el Planeta de los simios. Y no todo es Taylor Swift. No sé don Florentino como va a salir de ese jardín, genera dinero pero...también problemas, en el barrio andan revolucionados. Vas por la calle y te paran, antes también te paraban, en este caso un muchacho de 19 de Fuencarral que estudia AI. me pregunta si tengo un minuto. Miro el reloj, cronometro. Me enseña su propósito: hablar de Amnistía Internacional. Le concedo un minuto. Se produce un intercambio. El pobre no sabía en el berenjenal en que se metía, me ha escuchado y el que he aprendido he sido yo. He aprendido que todos, yo el primero, exageramos demasiado o somos un tanto imprecisos a la hora de contar nuestras experiencias. He entendido, así se lo he dicho, que me parece muy bien que lo haga por ganarse unas perras que decía mi abuela. Me cuenta que su padre fue torero de Fuencarral, tuvo una cogida muy grave, se ganó la vida como obrero. Este divulgador de Amnistía Internacional es más de tenis que de fútbol, de Federer, yo le he ponderado a Nadal sin menos preciar al suizo, le gusta el Madrid sin profundizar y ahí me ha vuelto lo que trato de evitar, la preocupación por el sábado, la búsqueda de un signo. Parecía inteligente y sensato, no le gusta Taylor Swift. He regresado entre fans zones de Taylor, los camiones con merchandises más de cinco en la Castellana, unos acampados ante Chamartín, todos símbolos del marketing que vivimos tratando de convencernos de la calidad de Taylor no de su éxito del cual no dudo, ni del negocio.
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