De pronto he tenido una epifanía que no se bien a donde va y supongo que se llama desconcierto en La Condomina o calor en una noche de verano. Tuve un querido comandante, ¿te acuerdas don Luis? hace casi medio siglo que cuando atracaba, y no era un marinazo, ni un salvador de esos que a tanto llegan, de pronto perdía el control de la máquina, el viento, las circunstancias y ordenaba:¡ Para todo! y a comenzar de nuevo la maniobra. Era un buque pequeño yo estaba aprendiendo y nunca lo logré ni lo de aprender ni atracar. Viendo las escenas de la convención republicana con el candidato del apósito rectangular perfecto que no es un melanoma benigno sino rozadura de bala. Las del presidente de me voy me quedo, subo o bajo el Air Force 1, y ahora tengo Covid. La del nuevo candidato republicano con cara de Espinosa de los monteros, libro escrito, película sin éxito hasta ahora de Ron Howard, que pasa la mano por la espalda de Trump que es enorme. Las edades de todos, las posibilidades. Veo o ¿ debería decir Bego? la cara de Sánchez, la de siempre, de pulpo en el garaje que ha tenido siempre que increíblemente alcanzó la cima de su incompetencia y digo ¡para todo!. Seguramente alguno si tiene dos dedos de frente lo piensa. Claro que echas un vistazo y te viene un decir del malvado don Alváro, que no es el de la Fuerza del sino del Duque de Rivas, sino el mismísimo Romanones prototipo del cacique liberal, cojo o no cojo, que permanece con oficio y beneficio: ¡ joder qué tropa!. Efectivamente no es una epifanía y soy tan inútil como cuando el querido comandante me decía amablemente: ahora hazlo tú.
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