Un dilema. Hablar o no hablar, he aquí la cuestión.
No es porqué haga mucho calor, que lo hace. Tampoco por la ausencia de bellas doncellas en biquinis o topless playeros. Ni por toros corriendo detrás de la gente en un rito intocable. Ni el fin de un juicio, con demasiadas intervenciones, sobre un hombre de mirada rara y que, sentencian, mató horriblemente a sus dos niños.
Es porque nos desayunamos, tapeamos, comemos, merendamos, cenamos y picamos algo, con un ex-tesorero, en su residencia veraniega de Soto del Real. Porque habló, declaró y fué entrevistado.
Y va a volver a declarar.
Y sale en los periódicos, papel/digital, que muchos, incluido el presidente, recibían sobresueldos. ¿Posible justificación? La política , la dedicación a la política ( debería ser al servicio público) no está bien pagada.
Por no hablar de la financiación de los partidos. de unos y de otros.
En este caso del que gobierna, con mayoría tras unas elecciones donde el otro partido dejó las finanzas echas unos zorros. Y tiene que convivir con el tema de Cataluña, no del FC Barcelona, del País Vasco, Unión Europea y de España con mayúsculas.
Para empezar, si lo de los sobresuledos es cierto, si hubo ansia viva institucionalizada ¿Qué debe hacer el presidente? La oposición se relame, no se si consciente o inconscientemente, no sé cuanta ansia viva contenida hay. ¿Hablar o no hablar ?
Un presidente que no tiene suerte. ¿o sí?
Buena imagen de ministro vario; sucesor a pelo. Cuando cree que va a ganar unas elecciones, cambia el voto de los ciudadanos. Se encuentra con un rival, un mundo, que probablemente no entiende; resiste entre estupores en la oposición; espera su momento ante una política absurda que autodestruye y arrastra al país. Gana. Se encuentra la realidad. Se pone a trabajar, trata de meterle mano a una situación saturada por los adjetivos y cuando puede sacar algo la cabeza, aparecen más que unos papeles lo que puede ser una tesis clavada en la puerta de la sede de un partido político.
En estos hechos se verá la altura de miras de unos y de otros. Los antecedentes no son los mejores.
¿Hablar o no hablar?
Lo malo es que no hay un Shakespeare, o Lope, Calderón, Tirso, que lo inmortalice en un drama. Este sainete bazofia, tragedia por sus consecuencias, parece una novela por entregas y sus tentáculos llegan mucho.
"He aquí la cuestión. ¿Qué es más elevado para el espíritu sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra el piélago de calamidades y , haciéndoles frente, acabar con ellas"
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