Cuando iba al circo de pequeño me quedaba fascinado. El olor del serrín me llegaba a las fosas nasales junto a rugidos de fieras, patatas fritas a la inglesa y bombón helado. Los recuerdos se mezclan con trapecistas untándose las manos con polvos de una sustancia blanca; el maestro de ceremonias anunciando números; unos perritos muy listos dando brincos imposibles; unos osos polares axfisiados de calor o unas focas que aplaudían.
La magia de la sorpresa y la emoción del más difícil todavía.
La magia de la sorpresa y la emoción del más difícil todavía.
De pronto. ¡TARARITARARO ! Salían los payasos.
Normalmente uno listo y dos tontos. A mí los tontos me parecían más listos que el listo. A todos, sin duda, nos hacían gracia los tontos. Incluso tocaban instrumentos, canciones famosas. O aquellos como Fofó y Miliki, tan entrañables, que las componían. Las de estos dos me gustaban mucho. A veces las canciones se hacían largas y querías que se dedicasen a hacerte reir.
Nunca valoré lo difícil que es hacer reir.
Los payasos me parecían casi iguales, como gemelos o clones. No era capaz de distinguir a unos u otros. Sin embargo detrás de sus ojos habitaba una gran ternura, cuando miraban a un niño, cuando obtenían el premio de sus risas; cuando la niña pequeña asustada se ponía a llorar y el payaso consagraba todo su talento a hacerla reir. Los grandes payasos no se reían.
De mis recuerdos no tengo ninguna queja. Sin embargo un día tuve un sueño horrible. El payaso se limpiaba su maquillaje, el solo. Su cara mutaba y se convertía en uno de los profes más temidos y odiados del colegio. Un profesor que nunca entendíamos porque se dedicaba a no enseñar. No le gustaba, no tenía paciencia; odiaba a los niños y no era feliz. Ante los padres se ponía una máscara.
Luego comprendí que los payasos aman su profesión "Somos felices de conseguir a un niño hacer reir" decía Fofó, que tenía un número genial con Miliki haciendo de niños en la escuela. Hay que amar lo que se hace, como los payasos.
Creo que las ruedas de prensa de los polítcos, los telediarios, los deberían presentar y dar unos payasos. Claro que la sugerencia me parece una falta de respeto hacia los payasos que me hacían sonreir.
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