sábado, 7 de septiembre de 2013

El baile entre vampiros.

En el Madrid no triunfan los entrenadores. Llegan precedidos de buena fama y triunfos y se van corridos a palos. Incluso tras ganar Champions o Ligas difíciles. Algunos no duran ni un año. Luego son considerados fantásticos en otros equipos ¿Por qué?
Recuerdo a Miljanic, respetado, que hizo un equipo sólido-campeón-moderno, y se volvió a la ex-Yugoeslavia. Recuerdo el primer año de Capello, llegaba como lo máximo. Cuando le llamó el AC Milan al rescate regresó y allí fracasó. Muchos venían de ganar Champions o las ganaron después; de ser los mejores de la Liga, aclamados por las críticas. A otros les ajusticiaron y ganaron "dobletes". E incluso, el actual seleccionador, ahora considerado la monda, se fué con una sensación de fracaso, de no controlar, no gustar y le volvió a pasar en otros clubs menos relevantes ¿Por qué?
Estos ex del Madrid son como una novia/o antigua/o que luego recuerdas.
Hay dos facetas que se realimentan. La principal los jugadores. Muy pocos captan lo que es el Madrid, cuestión mental. La otra es toda esa gente que se dedica a opinar "profesionalmente", con diversidad de formas, criterios, conocimientos e intereses. Hay que sobreponerse a ambas.
Cualquier entrenador, antes de llegar, ve el dinero que le van a pagar, la plantilla,  calidades, posibilidades de mejora, instalaciones y medios. Tiene, creo, ilusión. Si, al menos 9 de los 11 jugadores diesen todo en el campo sería suficiente para el éxito. Si los 11 que jueguen lo hacen como un todo, se alcanza la perfección.
¿Por qué no lo hacen habitualmente, con continuidad? ¿Por qué en otros equipos si? ¿Es comodidad, dinero, lujo, condición humana, miedo, inseguridad? Dan la impresión que son los jugadores, (sus egos), los que plantean constantes luchas porque se haga lo que ellos creen e imponer los conocimientos que la mayoría no tienen. Les sobra el entrenador. Estamos rodeados de ejemplos.
Ahora el Madrid echa de menos a Alonso y Varane, cabeza y clase unidas. Muchos, no todos, se debaten en ganar más dinero; en escuchar al otro factor que emponzoña el ambiente; en no concentrarse en el juego; en deleitarse con cantos de sirena; en no concentrarse en su trabajo y trabajar. Muchas veces los entrenadores, que les pagan por decidir, tienen que poner a los que no son mejores pero al menos luchan; otras veces tienen que poner a los que podrían ser muy buenos, pero no lo dan todo. Así no se hace un equipo. Carecen de espíritu de servicio, de ponerse a disposición del grupo. Eso sí, ante las cámaras han aprendido a mentir.
Cualquier entrenador lo tiene duro, Signore Ancelotti mucho más. Aunque gana mucho dinero en estos tiempos y las penas son menos con un buen pan.


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