Da gusto ir por esas tierras de España, seguramente por cualquiera de sus parajes, pero esta vez toca parte del Norte. El Norte es hermoso. Santander y un pelín de Asturias son mi objetivo.
Después de mucho tiempo en el extranjero te pasa como a Doña Concha Piquer, en aquella Nochebuena de New York, cuando alguien fué a comprar vino español a una "farmacia" y luego se oyó "Suspiros de España". "Ya nadie reía, todos lloraban", decía Doña Concha.
Y es que España tiene grandes cosas y nos tiene a nosotros los españoles también; sin embargo muy perfectos no somos y nos creemos lo mejor y luego descendemos a una depresión negativa y fatalista. La tierra en muchos aspectos ha sido bondadosa y en el Norte se nota.
Y es que España tiene grandes cosas y nos tiene a nosotros los españoles también; sin embargo muy perfectos no somos y nos creemos lo mejor y luego descendemos a una depresión negativa y fatalista. La tierra en muchos aspectos ha sido bondadosa y en el Norte se nota.
Cantabria, te place en estos días de veranillo de San Miguel, desde Comillas, con El Capricho de Gaudí, a Santoña. De Cóbreces a Laredo. Santillana y Suances. Las cuevas del Pelao y el valle de Cabuérniga. De San Vicente a Castrourdiales, pasando por Santander. Y Asturias en su frontera de poniente, con Llanes cerca. Si hace buen tiempo mejor. El verde es más verde y el otoño empieza a mostrarse. No sé con que quedarme si la mar tranquila, sin viento, o la montaña orgullosa.
En cualquier sitio hay un pan bueno, un guiso, pescado, carne; un queso, un postre u otros productos de otras regiones, los vinos cercanos de Rioja o Ribera, los ibéricos que están en todas partes y por algo debe ser, además de su calidad. Tan diferente a otros lugares del país, porque la orografía pesa y condiciona, pero realmente aprecias ese milagro llamado España. Milagro como cualquier obra humana, imperfecta y llena de recobecos. Entidad que pretenden abandonar unos, en un sin sentido, en otro absurdo. La amabilidad de la gente florece, por carácter y obligación, porque tienen que vivir de los turistas y porque son así.
Y los precios, aquí es donde esos europeos, japoneses, rusos o americanos no se lo creen. No me extraña que vengan tantos turistas ¡ Qué binomío eficacia-coste ! Las cantidades generosas, demasiado generosas. Creo que comemos un poquito de más. Y si es delito comer mucho siempre, es peor cuando hay gente que pasa hambre. No me extraña que los del norte de Europa dejen de un lado su depresión cuando están aquí.
El español debería reflexionar sobre el potencial que atesora unido.
No se me enfaden.
No se me enfaden.
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