lunes, 9 de septiembre de 2013

Reflexión post-olímpica

No creo que la candidatura de Madrid haya sido derrotada por una razón, quizá un conjunto de ellas. El proyecto, el marketing, el lobby, las medidas antidopaje, el paro en España, las aspiraciones de otras capitales europeas en el futuro, la formas de la presentación, contestación a preguntas y alguna más. Duele mucho no haber llegado ni a la final, duele que incluso Estámbul nos superara.
Lo importante es aprender la lección por muy incoherente que sea ese Comité Olímpico. Y corregirnos de una vez.
Quizás seguimos creyendo que un café con leche en Madrid es casi divino, sin pensar en Roma, Napoli o cualquier sitio en Italia y el esfuerzo y dedicación para que ese café sea realmente excepcional. Lo que me asombra es que seguimos creyendo que eramos los mejores. Lo que me fascina es que seguimos sin entender al mundo, seguimos pensando que lo nuestro es mejor siempre. Como el maño aquel, que iba con su asno por una vía del tren y una locomotora pitaba detrás. Nunca se apartó el jinete y la locomotora cambió al llegar a las agujas. El maño pensaba que se hizo a un lado el maquinista y él tenía razón.
Una alcaldesa que ha sido la consorte del presidente de la nación durante ocho años tampoco ha aprendido nada ¿Qué ha aprendido en sus viajes ? Ya vemos que no inglés. ¿No se ha dado cuenta como funciona el mundo? ¿Cómo se habla, cómo se venden las cosas?
Ya no podemos echarle las culpas al régimen de Octubre 1936, tampoco basta con releer a Unamuno u Ortega. No basta con abrir peluquerías y bares en Madrid, eso está muy bien, pero hay que modernizarse, sin perder nuestros valores y lo bueno que tenemos, que no es precisamente el café con leche en la Plaza Mayor. A lo mejor es que estamos tan contentos con nosotros mismos que nos contentamos. 
No creo que sea así. Luego a solas el español se acompleja, cual Alfredo Landa con una extranjera que lo utiliza, ¿quién usa a quién? ¿quién gana al final?
Oigamos a los Pau, Nadal,Alonso, a los muchos españoles que se comen el mundo, no a los políticos que se desayunan con votos y café con leche.

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