Las series de televisión no es que estén de moda, que algunas también, sino que muchas veces tienen calidad. El mérito reside fundamentalmente en las ideas de los que escriben, que en el fondo es el comienzo de una buena película y el comienzo de casi todo lo que vale la pena, la idea.
Luego las series tienen la dificultad de enganchar "realmente" y con calidad durante un tiempo y estos sólo lo consiguen algunas. Si "Homeland" se hubiese quedado al final de la primera temporada hubiese sido histórica, pero sin ganar tanto dinero.
Y hay algo que permanece y son los buenos personajes. Claro que también tenemos "El tiempo entre costuras" que incomprensiblemente triunfó, llena de defectos, falta de definición, tópicos, exteriores y trapitos o ¿es que se trababa de un folletín?
Los gangsters, los chicos malos dan para mucho, incluso los horteras de New Jersey."Los Sopranos" es fantástica, pero nadie quiere ser Tony y menos Paulie, todos los hombres quieren ser Draper, el macho de los sesenta. Bebe como un cosaco borracho, fuma como un carretero de Cardiff, es machista a tope, trata a las mujeres como meros objetos, las desnuda con la mirada, con las manos o hace que se desnuden solas, no para, es brillante, ha mentido en su pasado, a los niños, a sus propios hijos simplemente les aguanta y a pesar de todo como su amigo Roger sigue vivo y dando guerra. Tony es prosaico, gordo, putero y asesino, parece que no hay color. Quizás sea la diferencia entre Manhattan y New Jersey y uno necesita psiquiatra y el otro es como Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como.
Ninguno es como Ricky Blaine que lo único malo que hizo fue mantenerse sobrio bebiendo, fumar y oír a un pianista nostálgico. Lo peor ponerse esa gorra tan francesa y pasear con cara de enamorado talludito por Paris, vamos nada que ver. Todos estos personajes buscaban en el fondo lo mismo y nos trasladan a sus épocas con sus sueños.
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