lunes, 4 de agosto de 2014

Sólo el ímbécil está seguro.


No hay que vivir con temor, al fin y al cabo lo peor que puede sucedernos es morirnos o la forma en que lo hagamos que quizá eso si produce miedo. El ser humano tiene miedo a lo desconocido como si fuese a devorarnos.
Una cosa es el miedo y otra la inconsciencia, no tener miedo no significa desconocer lo que nos rodea, las razones y sus consecuencias, sin embargo es conveniente afrontar todo con una sonrisa sin tomarse muy en serio los desvaríos de nuestros semejantes
Entre Ucrania y Gaza simbolizan el afán del ser humano por resolver sus problemas a tiros, en teoría nadie, o casi nadie, es partidario de uso de las ramas de destrucción, pero a la hora de la verdad los actores, los que de verdad se juegan la vida no encuentran otra salida. Y es que no es lo mismo contemplar las noticias en su sillón, hamaca playera o tableta que estar allí. 
Es como el ébola que va acabando con la vida de las personas, como cualquier otra enfermedad y además se lleva consigo a los que intentan curar cual padres Damianes en Molokai y nos parece increíble en los tiempos de las redes sociales.
En la India se sentían inmunes a la amenaza que representa el fundamentalismo islámico, no se si es cierto. La India es un país ancestral, curioso y diferente, pero supongo que su élite es similar a otras. Llamo élite a los que tienen poder, el del dinero y el de la información, quizás el más importante de todos, aunque sólo sea para conocer que va a pasar con el dinero en el paso siguiente. Si de verdad pensaban en ese antiguo país, con sus creencia y tradiciones ancestrales, que no iban a ser capaces los islamistas de reclutar combatientes suicidas, es que en esas tierras no son tan sabios y prudentes como parecía. Desconozco las estadísticas pero me temo que el número de seguidores extremistas del Islam, dispuestos a todo, son de las pocas cifras que aumentan en el planeta ¿Cómo puede sorprenderles?
Lo sorprendente es la sonrisa de un niño.

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