A punto de cumplir 90 años siempre me pareció un personaje diferente, con sus ideas como todos, y un tipo reflexivo.
Su imagen en Occidente, fuera del área de influencia del comunismo, la Unión Soviética o China, no salía muy favorecida. Ha tocado las narices a los USA a 90 millas del territorio americano. No se ha callado casi nunca y creo que velaba por los intereses de Cuba y sus gentes.
Ya me parecía peculiar que no se ascendiese más allá del grado de comandante, aunque fuese el líder supremo. Seguramente lo de comandante le recordaba los tiempos de playa Girón. No llevaba muchas condecoraciones como sus colegas comunistas que tenían inclinado un lado de sus guerreras debido al peso de las medallas; los sudamericanos y los mismos norteamericanos; eso de colgarse medallas como que tiene muchos novios.
No se si fue su educación en los jesuitas lo que le hizo trascendente, aunque no cree en un Creador como dijo al hablar de la declaración de los derechos del hombre de la constitución US.
Han publicado un reportaje "Un viaje con Fidel".
Un joven periodista norteamericano se coló, con su permiso, en el avión que llevaba a Castro a New York en 1979 (cuando yo vivía allí). Tuvo acceso y grabó un mundo que nunca había salido a la luz para nadie que no fuese el círculo cercano de Castro. Habló en la asamblea de la ONU como representante de los no alineados. Los de aduanas, bajo órdenes, no fueron muy elegantes con él.
Creo que el periodista le cayó bien y le dejó meterse en su habitación y filmar mientras respondía a preguntas. Sus respuestas son pensadas, meditadas, correctas, mojándose, muy auténticas. Sus puros extraordinarios me produjeron gran envidia.
Comprobé su lado humano, intenso, en su plenitud, valorando la experiencia y la honestidad del ser humano, en lo que decía, sin tópicos.
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