15 de Agosto, la Virgen de Agosto; el día en que cualquiera que se sintiese torero tenía que torear, casi como fuese. Era fiesta en todas las Españas y el que no contratase corrida ese día es que no iba a torear nunca.
Ya no es así.
Las corridas se van evaporando del panorama, incluso figuran en los programas políticos de esos individuos que surgen con cara de haba sin ninguna idea nueva, sin solidez en los planteamientos, pero con unas propuestas de acabar con todo aquello que les suena español; por ello se acabarán los toros, se dificultará hablar esta lengua casi universal y se permitirá que tipos como Otegi sigan apareciendo.
No se construye, se destruye.
Es el verano con sus temperaturas, su sol, playa, montaña y no hacer nada o dedicarse a disfrutar. Eso es lo que he oído de siempre, incluso había quién enfatizaba que se lo merecía. Bueno hay mucho exagerado.
Ahora estamos en uno de esos recesos; en la búsqueda del parlamento llevamos casi 9 meses. La situación tiene sus ventajas, porque debido a las vacaciones de todo el mundo no se oyen tantas simplezas y no se tiene que soportar la ausencia de argumentos de cierta profundidad.
El largo y cálido verano se acabará, habrá que reponerse, no rendirse nunca y enfrentarse a los destructores. Siempre ha habido destructores como el verano.
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