Año 2016, verano.
Los amantes de la tauromaquia saben que se torea con la derecha y con la izquierda, en Madrid para cortar las orejas hay que tentar al toro por los dos pitones y a ver que pasa. También hay que tenerlos bien puestos.
En el fútbol es importante ser ambidiestro; recuerdo a Manolo Velázquez, mi ídolo personal después de Puskas que llevaba su 10; no se sabía bien si en esos pases suyos con el exterior era zurdo o diestro.
Normalmente los zurdos tienen una sola pierna, la otra es para apoyarse, y son muy buenos y un poco cerrados con la pierna mala; la de Messi no es tan mala, pero nada comparado con su izquierda.
En otros deportes también es significativo la mano o el pie preferente, aunque conviene saber utilizar los dos. No estamos en esos tiempos de educación con látigo y ataduras para enseñar a comer con la derecha, esa costumbre de la Inglaterra Victoriana no sale ni en el cine.
Sin embargo hay esperpentos de políticos que mencionan a la derecha o a la izquierda como si fuese una palabra mágica. Lo repiten y repiten, incluso parece que se lo creen, pero son como alucinaciones, no se bien lo que comen.
En parte esto parece como las largas vacaciones del 36, pero aplicadas al Congreso, sin follones definitivos en Europa, sin guerras abiertas.
¿En que mundo viven? ¿En qué mundo quieren vivir? ¿Qué mundo añoran?Hay similitudes, por ejemplo es un año de Juegos Olímpicos como en Berlín, estos en Río. No hay un Jesse Owens, tenemos a Bolt, lo tenemos todos, los de izquierdas o derechas, por delante o por detrás.
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